La automatización robótica de procesos: un salto irrenunciable y un mundo de oportunidades
Los últimos años han traído un auge de la automatización robótica de procesos (RPA), IAs cada vez más refinadas que asumen tareas tradicionalmente humanas. Un salto que abre grandes perspectivas.
Decía el periodista Magí Camps que vivimos “inmersos en un mar de siglas y acrónimos” que están transformando tanto nuestro idioma como nuestra experiencia cotidiana. Una de esas sencillas abreviaturas que encierran conceptos complejos es RPA, que corresponde a Robotic Process Automation o, traducido al castellano, “automatización robótica de procesos”. La expresión es nueva: su uso empezó a generalizarse hace menos de dos décadas. El concepto lo es un poco menos, pero ha ido transformándose y evolucionando con el tiempo hasta adquirir una nueva dimensión en los últimos años, con el énfasis puesto en la inteligencia artificial (IA).
El uso de máquinas que puedan asumir total o parcialmente tareas humanas (lo que llamaríamos automatización tradicional) viene siendo una constante desde la primera revolución industrial. Pero lo que hoy llamamos RPA, es decir, la utilización de sistemas informáticos para que repliquen acciones humanas “inteligentes” a través de una interfaz de usuario, existe como tal desde hace apenas 30 años. Las empresas han empezado a hacer uso intensivo de este recurso tecnológico cuando ha alcanzado un nivel suficiente de madurez, escalabilidad, fiabilidad y resistencia. Es decir, cuando hacerlo se ha convertido, ya sin ningún género de dudas, en un buen negocio.
Hoy, las soluciones y servicios RPA constituyen un mercado global en auge que movió en 2022 más de 10.000 millones de euros y que se prevé que supere los 50.000 en 2030, según datos de Fortune Business Insight. Se trata de una marejada de fondo que la pandemia ha contribuido a acelerar.
Una vía fructífera a todos los niveles
Un estudio del McKinsey Global Institute pronostica que la automatización de procesos hará que más de 800 millones de puestos de trabajo a nivel global sean asumidos por máquinas en el próximo decenio. Pese a todo, el propio instituto considera que esta innovación disruptiva creará también (está creando, de hecho) nuevos perfiles profesionales con un nivel de cualificación y generación de valor muy superiores, por lo que se espera que el saldo en términos laborales sea favorable.
Jason Pais, director de Tecnología de Prosegur AVOS, precisa que la RPA es una estrategia de innovación basada en “automatizar tareas manuales, repetitivas y muy tediosas”.
Randstand, en su informe Flexibility at Work. Abrazando el cambio, augura que uno de cada siete trabajadores (el 14%) perderá su actual trabajo antes de 2030, pero esa sustitución a corto plazo de seres humanos por máquinas no tiene por qué conllevar un aumento del desempleo, ya que traerá consigo una productividad muy superior y nuevas oportunidades. Para Randstad, lo que se está produciendo es una “optimización de las capacidades humanas que hace posible el alto grado de complementariedad entre personas y máquinas”.
En ese sentido, Jason Pais, director de Tecnología de Prosegur AVOS, precisa que la RPA es una estrategia de innovación basada en “automatizar tareas manuales, repetitivas y muy tediosas”. En cuanto las máquinas asumen este trabajo de alta exigencia y poco enriquecedor para los seres humano, estos últimos pueden dedicarse, gracias a su familiaridad con los procesos y con la tecnología recién introducida, “a tareas de alto valor” para los que solo necesitan, en la mayoría de los casos, “una mínima formación con una curva de aprendizaje corta y sencilla”. En otras palabras, la RPA sirve para trazar un círculo virtuoso.
El mundo que viene ya está aquí
Pais explica que “Prosegur AVOS ofrece a sus clientes soluciones RPA para incrementar la productividad de los procesos y generar nuevas eficiencias de coste”. Pero la oferta basada en disrupción tecnológica no consta solo de opciones RPA. Pais recuerda que la automatización de procesos forma parte de un marco más amplio, el de la “hiperautomatización”, que también incluye “inteligencia artificial (IA), aprendizaje automático (ML), reconocimiento óptico de caracteres (OCR), procesamiento de lenguaje natural (NLP)”.
El director de Tecnología plantea ejemplos prácticos de las dos últimas soluciones, ofrecidas también por AVOS: “Gracias al OCR, las máquinas pueden hacerse cargo de los miles de facturas de proveedores que reciben mensualmente la mayoría de empresas, extraer los datos clave e introducirlos en los sistemas”, con lo que las personas que asumían con anterioridad estas tareas de tecleo manual de datos tan imprescindibles como farragosas y poco gratificantes “pueden dedicarse ahora a analizar los gastos y mejorar el proceso”. Y gracias al NPL, “se pueden automatizar los miles de correos electrónicos que reciben los servicios de atención al cliente y derivar quejas, reclamaciones y dudas al departamento correspondiente”, de manera que los seres humanos que ocupaban su jornada leyendo correos y redirigiéndolos pueden centrarse ahora en “mejorar la experiencia del usuario y el servicio al cliente”.
La RPA no destruye empleos, sino que reconduce carreras profesionales hacia “tareas innovadoras y con mucho más valor”. A medio plazo, acompañar y supervisar la automatización se consolidará, cada vez más, como una ocupación plenamente “humana” y un uso más que adecuado para el talento de las personas. En palabras de Donald C. Carroll, experto en ingeniería robótica y divulgador tecnológico, “el binomio persona-máquina va a marcar el futuro de nuestras economías, y constituye una oportunidad magnífica a la que nadie puede permitirse el lujo de renunciar”.