“Yo quiero, yo puedo”. Eliminando barreras para cumplir un sueño académico

Paraguay fue una de las primeras geografías incorporadas por la Fundación Prosegur a su programa de Cooperación al Desarrollo Piecitos Colorados : una iniciativa que buscar mejorar la calidad de vida y la educación de menores de entornos vulnerables en Latinoamérica y Centroamérica, partiendo de la escuela como motor de cambio.

Según datos de UNICEF, en Paraguay, 6 de cada 10 niños no terminan la secundaria. Las razones económicas son la principal causa del abandono de la escuela, que también se refleja en la etapa universitaria, donde solo 1 de cada 10 estudiantes concluyen sus estudios superiores.

El país ha realizado importantes esfuerzos en las últimas décadas para garantizar el acceso a la educación, pero aún afronta retos estructurales como el ingreso tardío al sistema educativo, la deserción escolar o la formación del profesorado. Por todos estos motivos, Paraguay fue una de las primeras geografías incorporadas por la Fundación Prosegur a su programa de Cooperación al Desarrollo Piecitos Colorados: una iniciativa que buscar mejorar la calidad de vida y la educación integral de menores procedentes de entornos vulnerables en Latinoamérica y Centroamérica, partiendo de la escuela como motor de cambio.

Actualmente, la iniciativa cuenta con 39 escuelas adscritas en Argentina, Chile, Colombia, Ecuador, Honduras, Paraguay, Perú y Uruguay, y más de 5.400 alumnos beneficiados. Alumnos como lo fue en su día Ruth, la protagonista de esta crónica: una joven paraguaya que ha luchado por derribar las barreras educativas de su país para poder cumplir el sueño de formarse profesionalmente. Aprovechó las oportunidades brindadas por el proyecto, y gracias a su talento y esfuerzo, hoy es un ejemplo para su comunidad.

 

Ruth es una de las alumnas referentes que, desde pequeña, abandonaba su casa por la mañana, atravesando las propiedades de sus vecinos y los muros que la separaban, hasta salir de su barrio para llegar a la escuela Sagrada Familia, el primer centro educativo de Piecitos Colorados en Paraguay.

Situada en una región con bajos niveles de logro educativo, la Fundación Prosegur incluyó en su proyecto a esta escuela que, en aquel 2007, presentaba fuertes necesidades, pero un gran compromiso con la educación.

El proyecto quiere actuar como agente de cambio, alejándose de intervenciones puntuales y asistencialistas, para poner el acento en la cooperación entre familias, comunidad educativa y empresa.

 

Porque el compromiso y la corresponsabilidad son dos conceptos clave en el modelo de intervención de Piecitos Colorados. El proyecto quiere actuar como agente de cambio, alejándose de intervenciones puntuales y asistencialistas, para poner el acento en la cooperación entre familias, comunidad educativa y empresa. Potenciando las capacidades humanas y mejorando el aprovechamiento de los recursos del entorno, aspira a lograr a largo plazo la autogestión de las escuelas, incrementando sus oportunidades de desarrollo.

Con foco en la formación, y el objetivo de reducir la brecha digital y educativa, la iniciativa se ha convertido en una llave para romper con las estadísticas y potenciar las competencias del siglo XXI en alumnos y docentes, reforzando el papel de la educación como palanca del cambio.

 

LA FORMACIÓN, UN TESORO

Ruth, con su lema “yo quiero, yo puedo”, ha logrado formar parte de esta comunidad de estudiantes que han luchado por superar las barreras económicas, académicas y sociales, hasta convertirse en la universitaria que es ahora. Su paso por la escuela Sagrada Familia fue una experiencia que ella misma ha definido como “indudablemente maravillosa”. Con el apoyo mutuo de compañeros y docentes, Sagrada Familia fue el punto de partida para abordar su sueño de convertirse en una profesional. Porque allí, pudo acceder a nuevas herramientas y metodologías de aprendizaje, que abrieron sus horizontes:   

La Fundación Prosegur a través del programa Piecitos Colorados ha apoyado a la institución, mejorando la calidad educativa con numerosos talleres y charlas innovadoras que nos permitía estar actualizados y crecer como personas. Esto, ha contribuido enormemente en mi camino hacia la meta que siempre he querido alcanzar: la formación académica”, comenta Ruth.

Desde la enseñanza y gracias a los recursos tecnológicos con el que se dotó a la escuela, la institución brindó a los alumnos la oportunidad de contar con acceso rápido a la información y a las nuevas prácticas educativas. Estudiantes y docentes, con su quehacer diario y modos de relación, fueron consolidando una cultura de colaboración y servicio con las familias, los agentes educativos del entorno y con los profesionales de Prosegur, involucrados en el programa.

El uso de herramientas tecnológicas, la construcción de un laboratorio de informática totalmente nuevo y la disposición de un equipo de docentes que nos han acompañado en nuestro proceso académico fueron elementos clave para todos los estudiantes que, en mi promoción, fuimos parte de la escuela”, explica la alumna. 

Una promoción que vivió en primera persona la evolución de su institución educativa, como fue el enfoque hacia las nuevas tecnologías -que derivaron en el desarrollo del Bachillerato Tecnológico-, o el acceso a proyectos de innovación educativa centrados en el emprendimiento, la formación nutricional o la creatividad. Iniciativas impulsadas por Piecitos Colorados en alianza con partners especializados y que colocaban siempre al alumno en el centro, reforzando su autoestima para potenciar el aprendizaje.  

“Estos proyectos me dieron una perspectiva más amplia de mi vida y me permitieron visualizar mis sueños”, explica con entusiasmo Ruth. Recuerda especialmente que “usábamos una frase que decía: yo quiero, yo puedo. Una frase que ha marcado mi trayectoria académica y que sigo empleando hoy en día para las metas y objetivos que me propongo”. Fue precisamente en una de estas charlas formativas, donde “buscábamos respuestas a quién queríamos ser y la forma en que podíamos lograrlo, con el esfuerzo y el enfoque necesario. Esa fue una de las jornadas que me ayudó a iniciar el camino hacia la carrera en la que me encuentro sumergida ahora y a punto de finalizar: bioquímica”, afirma emocionada Ruth.  

 

PREPARADA PARA LA RECTA FINAL

No hay palabras para explicar el impacto que tuvo en mi vida y en mi familia tener la oportunidad de recibir una de las Becas Talento de la Fundación Prosegur”. Y es que, después de finalizar su trayectoria en Sagrada Familia, Ruth fue postulada por la escuela para recibir una de las becas que otorga Piecitos Colorados para que los alumnos más destacados puedan acceder a la formación técnica o universitaria. Lo logró, no solo por su excelencia académica, sino también por su esfuerzo, valores y su firme compromiso de dar lo mejor de sí misma.   

Venimos de una familia humilde e iba ser difícil poder cubrir los gastos que conlleva estudiar una carrera universitaria. Lo que pensé, antes de terminar en Sagrada Familia, fue en trabajar para cubrir mis estudios universitarios. Sin embargo, el buen resultado de mis calificaciones me convirtió en una futura universitaria con oportunidades profesionales reales”, explica Ruth.

En sus palabras, destaca que “se trató de un paso muy grande para mi formación profesional, y personal, pues tenía la oportunidad de poner mi granito de arena en la sociedad en la que vivo. Y así ha sido, durante mi carrera he conocido cientos de personas que me han aportado puntos de vista diferentes e importantes sobre el tipo de profesional que quiero ser”.

Durante este periodo, Ruth ha contado con el apoyo de un mentor de Prosegur, para acompañarla y orientarla durante su formación universitaria. Esta modalidad de voluntariado que impulsa la Fundación Prosegur, surgió a raíz de la pandemia de 2020, cuando el cierre de los centros educativos elevó el riesgo de abandono escolar en los alumnos con menores recursos. Gracias al apoyo y seguimiento de estos profesionales, los becados Piecitos Colorados en los 6 países latinoamericanos donde está implementada la iniciativa, pudieron superar esta compleja etapa, y continuar con su formación.

 

Ruth aborda ahora la recta final de sus estudios y con su mentora ha ido preparándose para el salto al mundo laboral. Más allá de los consejos profesionales, destaca las enseñanzas a nivel personal: “Una de las cosas más importantes que he aprendido es a creer en mí. Creer que puedo lograr mis objetivos y que solo necesito concentrarme en la solución más positiva, realizando un análisis de las ventajas y desventajas de las situaciones que se me presentan. Y a la vez, pensar en cómo sortear de la mejor forma posible los desafíos de la vida”.

En estos desafíos, ella no ha olvidado su compromiso con la comunidad educativa que la vio crecer. Y mantiene así un vínculo solidario, involucrándose en numerosas iniciativas con su escuela Piecitos: desde ser asistente de nivel inicial, desarrollar exposiciones sobre la correcta higiene de manos, impartir talleres de arte hasta charlas sobre proyección al futuro compartiendo su testimonio como becaria y estudiante universitaria.

Ahora, con 25 años, después de haber formado parte de una comunidad educativa en una región con pocas oportunidades, conoce el poder transformador de la educación. Y quiere que su ejemplo trascienda, para que más niños puedan tener las mismas oportunidades que ella ha tenido. “Contar con esta posibilidad, no solo te abre caminos hacia una educación de calidad, también te enseña a ser una persona que puede ayudar a su familia y a la sociedad. Lo fascinante de eso, es que en algún momento vas a mirar lo que has alcanzado, y los pasos que has seguido para cumplir tus sueños, y entenderás que todo ese esfuerzo es lo que te ha permitido llegar al éxito”.